9 de diciembre de 2014

Este jueves se presenta el libro «De pioneros, seguidores y descolgados. Crecimiento económico e industria en el Siglo XIX»

El próximo jueves 11 de diciembre, a las 19 en el aula 53 de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Nacional del Comahue, se presentará el libro "De pioneros, seguidores y descolgados. Crecimiento económico e industria en el Siglo XIX" de Joaquín Perrén, Gabriela Tedeschi Cano y Fernando Casullo. 

La actividad es organizada por el Departamento de Economía y la Secretaría de Investigación de la mencionada unidad académica.

Sobre los Autores

Joaquín Perren es Doctor en Historia por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Ha realizado sus estudios postdoctorales en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra (Portugal). Es investigador asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Integra el plantel docente de las facultades de Economía y Administración y de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue. Forma parte del nodo “Centro de Estudios de Historia Regional” de la Unidad Ejecutora en Red “Investigaciones Socio-Históricas Regionales” (CEHIR-ISHIR-CONICET).

Gabriela Tedeschi Cano es Magíster en Relaciones Internacionales por el Programa “San Tiago Dantas” de las Universidades Estadual Paulista (UNESP), de Campinas (UNICAMP) y la Pontificia Universidad Católica de San Pablo (PUC-SP) (Brasil). Ha realizado estudios de posgrado en Economía en la Universidad de Coimbra (Portugal). Integra el plantel docente de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Nacional del Comahue. Forma parte del Centro de Estudios de Integración Regional de la Universidad Nacional del Comahue (CEIR).

Fernando Casullo es Especialista en Historia Regional por la Universidad Nacional del Comahue y Doctorando en Historia por la Universidad de San Andrés. Integra los planteles docentes de las universidades nacionales del Comahue y de Río Negro. Es Secretario Técnico de las Licenciaturas en Criminología y Ciencias Forenses y en Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional de Río Negro. Es investigador del nodo “Centro de Estudios de Historia Regional” de la Unidad Ejecutora en Red “Investigaciones Socio-Históricas Regionales” (CEHIR-ISHIR-CONICET).

Prefacio

Tal vez no sea exagerado decir que, desde fines del siglo XVIII, las sociedades modernas han vivido bajo el signo del crecimiento económico, siendo responsable de ello el proceso de transformación productiva, social, política y cultural abierto por la industrialización. Encontrar el camino del crecimiento económico significó, ante todo, romper material y simbólicamente con el paradigma pesimista de Thomas Malthus (1766-1834). Al contrario de lo que este autor profetizaba, pasó a ser posible, a través de las innovaciones técnicas en la agricultura y en la industria, alimentar a más de 700 millones de seres humanos, tal como lo prueba la población actual del planeta que alcanza los siete mil millones. El avance del proceso de industrialización marcó también el momento de entrada de nuevas cuestiones fundamentales para la historia económica, entre las cuales podemos mencionar La naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (Adam Smith), o por qué razón algunas regiones del mundo son pobres y otras son ricas. De hecho, indisociablemente ligado a la capacidad que algunos países tuvieron de abrazar lo que Simon Kuznets (1901-1985) denominó “crecimiento económico moderno”, siempre existieron territorios que permanecieron, por circunstancias varias, aferrados a sus estructuras tradicionales y agrícolas. Esta división, lejos de desaparecer, representa una  frontera visible que todavía hoy separa los países ricos de aquellos que ubicamos en el casillero de la pobreza.
Aunque las estadísticas disponibles sobre la riqueza de los países para periodos anteriores al siglo XVIII no sean totalmente fiables, estudios recientes permiten concluir que la diferencia en los niveles de ingreso anteriores a la revolución industrial coincide poco con la realidad que hoy conocemos. A partir de allí, la brecha de riqueza entre los países que se industrializaron y los que se atrasaron -o no encararon el proceso de industrialización- nunca dejó de crecer. De ahí que entender la industrialización de los países centrales de la economía-mundo euro-atlántica durante el siglo XIX, así como su contracara, que fue el proceso de desindustrialización de otras regiones, sea tan importante en la comprensión de los factores clave que llevaron al crecimiento económico y al aumento del abismo que se abrió entre ambos grupos de países. En 1750, el 33% de la producción manufacturera del mundo se realizaba en China y el 25% en India. En 1913, transcurrido poco más de un siglo y medio, el origen de la producción industrial en el mundo había sufrido un cambio profundo: China (4%) e India (1%) representaban solamente el 5% en la producción mundial. A su vez, Gran Bretaña, Estados Unidos de América y los países de Europa Occidental eran responsables de alrededor del 75% de la producción industrial mundial. Estos números indican que, en la medida en que los países que fueron pioneros en la industrialización crecían y aumentaban su peso en la producción mundial, Asia fue perdiendo su poder económico e industrial, convirtiéndose en una típica región subdesarrollada.
Atender a estas asimetrías es quizás el principal mérito de este libro de autoría de Joaquín Perren, Gabriela Tedeschi Cano y Fernando Casullo, De pioneros, seguidores y descolgados: Crecimiento económico e industria en el siglo XIX. A lo largo del texto se examinan las estrategias que implementaron los países pioneros de la industrialización durante el siglo XIX (Gran Bretaña, Bélgica, Francia, Alemania, Estados Unidos de América) y los más retardatarios (Suiza, Suecia, Japón y Rusia), demostrando cómo cada país adoptó un modelo de crecimiento y procuró sacar lo mejor de sus potencialidades económicas. Estamos, por lo tanto, ante una obra que busca sintetizar muchos de los aportes más recientes de la historia económica sobre la industrialización en el siglo XIX, con una gran preocupación didáctica, pero sin abandonar el deseo de problematizar. Desde el inicio, resulta evidente para el lector que el concepto de crecimiento económico, aunque muy invocado y debatido, continúa siendo resbaladizo aún en el seno de la propia ciencia económica. A propósito de esto, es tal vez significativo resaltar que, de los más de sesenta premios Nobel atribuidos a la Economía, solamente dos economistas (Roberto Solow y Simon Kuznets) fueron galardonados por trabajos directamente ligados al crecimiento económico. Situación paradójica dada la importancia que el crecimiento económico tiene para todos los países, y por estar siempre en el centro de las preocupaciones de la ciencia económica, lo que que habla mucho de la complejidad de la temática.
        De la lectura del libro se infiere también, como elemento a destacar, que la denominada Revolución Industrial en Gran Bretaña a fines del siglo XVIII tuvo repercusiones  importantes en las experiencias de industrialización de otros países, dentro y fuera de Europa, pero que cada uno de ellos terminó por seguir caminos con especificidades institucionales, técnicas y de aprovechamiento de recursos. Al mismo tiempo, y pese a la existencia de factores endógenos y exógenos singulares, el texto nos alerta sobre cierta identidad en las respuestas: con mayor o menor intervención del Estado, todos los procesos de industrialización del siglo XIX fueron posibles gracias al éxodo rural, a la proletarización industrial, a la mecanización progresiva del proceso productivo, a la organización del trabajo en fábricas y a la aplicación de políticas económicas favorables a la inversión privada. En el inicio del siglo XIX, como los autores  sostienen, Gran Bretaña fue líder destacado en el proceso de industrialización, aunque Bélgica, Francia, Alemania y, fuera de Europa, Estados Unidos de América, procuraron seguir sus pasos. Lo mismo ocurrió con otros países retardatarios (latecomers), también referidos en el libro, como Suiza, Suecia, Japón y Rusia. Es en el acompañamiento de esta diversidad de experiencias de industrialización que reside, al final de cuentas, el gran interés del libro prefaciado. Por eso, De pioneros, seguidores y descolgados: Crecimiento económico e industria en el siglo XIX figura como un trabajo importante y profundamente didáctico para la comprensión de los procesos de industrialización  desarrollados durante el siglo XIX.

António Rafael Amaro
Profesor de Historia Económica

Facultad de Economía de la Universidad de Coimbra (Portugal)
Vice-Coordinador Científico del Centro de Estudos Interdisciplinares do Século XX de la Universidad de Coimbra (CEIS20)

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